18/7/21

Reseña: Que no te líen con la comida

 


Hace unos días terminé de leer Que no te líen con la comida, de Miguel Ángel Lurueña. Por eso, como viene siendo ya habitual en este blog, llega el momento de hacer mi reseña sobre él. He de de decir que me ha servido como fuente para varios artículos de Hipertextual. Uno de ellos, de hecho, sale mañana mismo. Pero, dejando a un lado la parte laboral, yo también quería contar lo que me ha parecido.

Empecemos con algo que a mí me gusta recordar siempre cuando hablo sobre alimentación:

La información es poder…

Que hoy en día tenemos unas tasas de obesidad bastante alta es una realidad. Pero también lo es que cada vez hay más personas concienciadas con la búsqueda de un estilo de vida saludable. Lamentablemente, no siempre se siguen las mejores vías para lograrlo.

A raíz de esta concienciación, han nacido todo tipo de dietas y movimientos destinados a darnos las pautas necesarias para comer bien. Pero todos estos cometen bastantes errores, al menos a mi más humilde parecer. Por un lado están las dietas milagro, que se centran más en la pérdida de peso como algo estético que como algo saludable. De hecho, a menudo ponen en peligro nuestra salud.

Y por otro lado están esos movimientos que, aunque con un buen propósito, caen en el error de clasificar los alimentos en aptos y no aptos. Incluso en hablar de porcentajes de determinados alimentos que no se deben exceder. O de cheat meals. El término del cheat meal me parece una paradoja muy curiosa, porque se refiere a dejar a un lado los hábitos de alimentación saludables puntualmente, sin culpabilidad. Pero, al hablar de esa culpabilidad que hay que dejar a un lado, en realidad están mencionando su existencia. 

Yo no creo que haya alimentos aptos. De hecho, todos son aptos. Al fin y al cabo, como suele decir Gemma del Caño, tenemos los alimentos más seguros de la historia. Todos son aptos para su consumo, todos son comida, yo diría que incluso todos son reales. Pero, por supuesto, unos son más saludables que otros. En vez de seguir férreas directrices de porcentajes, caprichos puntuales o clasificaciones, deberíamos simplemente elegir nuestros alimentos con la mayor información posible. Es importante que, como consumidores, sepamos elegir lo que es más sano para nosotros. Pero no es fácil, son muchos los puntos que debemos tener en cuenta. Y todos y cada uno de ellos están en este libro. Es más, lo primero que me gustaría señalar es que es de los libros de divulgación científica más completos que he leído jamás.

Aunque por trabajo y por interés yo ya conocía algunos temas que se tratan en él, puedo decir que lo he terminado abismalmente más informada de lo que lo empecé. Y eso es poder. 

Ojo con el marketing

En el libro, Miguel Ángel Lurueña trata determinados bulos bastante extendidos, como el que dice que los alimentos sin gluten o sin lactosa son más saludables. También nos enseña a elegir los mejores alimentos de cada grupo: lácteos, carnes, pescado, hortalizas… Con él aprendemos qué debemos buscar, tanto en las etiquetas como a simple vista.

Pero eso no es todo. Con su lectura conoceremos algunas de las triquiñuelas publicitarias que utiliza la industria alimentaria para captarnos. Así, seremos nosotros y solo nosotros los que elegiremos los alimentos. Optaremos por los más saludables o por los que no lo son tanto, pero en todo momento con información, sin que la publicidad nos guíe hacia donde más le convenga. 

Un libro sencillo y perfecto para curiosos

Ya hemos visto que este libro tiene todo lo que necesitamos para ser consumidores informados. Pero aquí, al disponer de tantos datos, su autor podría cometer el error de ser demasiado técnico o aburrido. Afortunadamente no lo hace. Más bien todo lo contrario.

El lenguaje es sencillo y se usan muchos ejemplos, de modo que podamos entender cada uno de los puntos que se tratan. Además, en todos sus capítulos hay un gran número de cuadritos informativos, con curiosidades relacionadas con cada tema. 

Hace poco leí a alguien en Twitter que decía que solía leer todos los cuadritos que aparecían en sus libros de texto del colegio. Esos apartados en los que se daban curiosidades que posiblemente no entrarían en el examen, pero que resultaban muy interesantes. Yo también era de esas, así que me ha encantado volver a encontrarme con esos cuadritos en este libro.

En definitiva, para aprender a comer bien lo primero que necesitamos es abrazar a la ciencia, no odiarla. Y, por desgracia, ese es el error que cometen muchas dietas o movimientos en busca de la vida saludable. Por eso, no veo mejor forma de terminar esta reseña que precisamente con una cita del libro:

“La solución para tratar de reducir o evitar su uso (el de antibióticos y pesticidas) no pasa por dar la espalda a la ciencia, la tecnología y el conocimiento, sino todo lo contrario. La aplicación de estas herramientas es la que puede hacer posible que se reduzca el empleo de todas esas sustancias, por ejemplo, mediante el desarrollo de variedades más resistentes a plagas”. 

Gracias a la ciencia y a Miguel Ángel Lurueña por enseñarnos a comer mejor. Sin términos farragosos, sin alegorías y sin culpabilidad. Sobre todo sin culpabilidad. 


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