Bienvenidos a Azuciencia. Entre todas las ideas que tenía para la primera entrada del blog, esta sin duda era la mejor opción.
Y es que en ella puedo aprovechar para hablaros un poco de
una de las actividades que más mencionaré a medida que vaya escribiendo sobre
mis incursiones en la divulgación científica. Se trata de Ciencia en Bares, una
bonita iniciativa emprendida por mi amiga María Docavo hace ya cinco años.
Gracias a ella, y a todos los que nos hemos ido subiendo al carro después, los
almerienses hemos podido disfrutar de las charlas de científicos y divulgadores
de primera categoría, todo ello en un ambiente distendido, con una cerveza (o
lo que surja) en la mano.
Todos y cada uno de nuestros ponentes han sido increíbles e
inolvidables y, por supuesto, no se quedan para nada atrás los que nos
visitaron el pasado mes de febrero: Clara Grima y Enrique F. Borja.
Ambos vinieron a hablarnos de su libro “Las matemáticas
vigilan tu salud”, en el que cuentan de una forma amena y sencilla cómo pueden
ayudar las matemáticas a comprender factores tan importantes en medicina como
el desarrollo de epidemias o la eficacia de las vacunas.
Al día siguiente lo presentaron también en la libreríaBibabuk. Yo, por desgracia, no pude ir, pero aun así tuve la suerte de que me
firmaran el libro, del que voy a hablaros hoy.
Interesante desde las primeras líneas
He de reconocer que yo soy de esas personas que, si no conocen al autor del prólogo de un libro, a veces lo pasan por alto, por temor a que resulte aburrido.
He de reconocer que yo soy de esas personas que, si no conocen al autor del prólogo de un libro, a veces lo pasan por alto, por temor a que resulte aburrido.
Sin embargo, cuando Clara contó durante la charla que su
prólogo lo había escrito Raquel Sastre supe que esta vez sí que lo leería.
Puede parecer extraño que una cómica escriba el prólogo de
un libro de matemáticas, pero en realidad supone el pistoletazo de salida
perfecto para una obra como ésta. No hay nada como una persona que no se dedica
a las matemáticas para hacer ver al público general que no necesitará profundos conocimientos sobre la materia para entender lo que lea. Y si lo
hace con el humor y la acidez que caracterizan a Raquel Sastre, mejor que
mejor.
Además, hace una recomendación muy interesante que luego
repiten de nuevo Clara y Enrique en el primer capítulo: leer el libro con papel
y lápiz a mano, para practicar las diferentes operaciones que proponen.
Hacerlo es una delicia, porque de repente descubres que un
problema que a bote pronto parecía indescifrable es pan comido, gracias a las
indicaciones que los dos escritores hacen a medida que van tejiendo el
contenido del libro.
Esto genera un subidón que se ve incrementado aún más por la
confianza que ambos depositan en el lector, asegurándole en todo momento que
cuentan con que es una persona inteligente y que podrá entenderlo todo.
Yo misma considero que he aprendido muchas matemáticas; ya
que, si bien estoy bastante familiarizada con algunos de los temas que se
tratan, no tenía apenas conocimientos sobre los grafos o la teoría de juegos.
Ambas temáticas me han parecido muy interesantes, pero sobre
todo útiles, ya que gracias a ellas se puede ver con absoluta claridad cómo
ayudan las vacunas a la erradicación de enfermedades.
Pero eso no es todo, ya que entre las líneas de “Las matemáticas vigilan tu salud” también se abordan otros temas, como lo “corrupta” que resulta en algunas ocasiones la información que se lee internet.
Es un deber de los comunicadores que el contenido que crean
sea fiable, especialmente en lo que a ciencia y salud se refiere, pero también
es un deber del público aprender a no creerse todo lo que leen.
El problema es que, como cuentan con un ejemplo práctico muy revelador, basta que una noticia, real o falsa, impacte a los lectores para que se vuelva viral, restando importancia a otras informaciones mucho más importantes.
A mi parecer, este es un libro imprescindible a muchos
niveles, que debería ser leído por todo el mundo, matemáticos o no, tanto defensores
como detractores de las vacunas. ¿Quién sabe? Quizás gracias a él algunas de
las personas que se niegan a vacunar a sus hijos terminen comprendiendo lo poco
que les ayudan de ese modo. Al fin y al cabo, en el juego de la vida todos
debemos ser considerados como entes inteligentes y egoístas, que siempre
elegirán la estrategia que más ganancias les proporcione. Y, en este caso, las
mayores ganancias vendrían de la mano de las vacunas. Lo dicen las matemáticas.
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