Hace unas semanas, la editorial Maeva se puso en
contacto conmigo para preguntarme si me gustaría leer su último libro infantil ilustrado y escribir sobre él.
Después de lo que disfruté volviendo a la infancia con el
Museo Vivo de los Insectos no dudé en aceptar, dispuesta a volver a ponerme en
la piel de aquella niña curiosa que un día fui.
Esta vez no se trataba de insectos, sino de árboles. De
hecho, ese es precisamente el título del libro, cuya portada preside la
sonriente imagen de un roble, cargado de bellotas y algún que otro insecto
paseando entre sus ramas.
Contenido extra
Lo primero que encontré nada más abrir el libro fue un folio
en el que se encuentran la ficha técnica, la sinopsis y algunos datos sobre el
autor.
Este último es Piotr Socha, un diseñador e ilustrador
polaco, muy conocido en su país por las viñetas que suele publicar en varios
periódicos y revistas.
Además, también es el autor de Abejas, un premiado libro
infantil en el que homenajea a su padre, un apicultor aficionado que le
transmitió su pasión por estos interesantes insectos.
En ambos libros ha contado también con el asesoramiento del doctor
en biología Wokciech Grajkowsky, especializado en investigación educativa y
talleres científicos para niños.
Pero esta ficha no era el único contenido extra del libro,
ya que debajo de ella me topé con un póster de gran tamaño, ilustrado con
algunas de las curiosidades que luego se tratan en más profundidad a medida que
se pasan las páginas. Es tan bonito que estoy a un tris de colgarlo en mi
despacho, con eso lo digo todo.
Comienza la lectura
Mi primera impresión al abrir el libro fue que parecía tener
mucha letra, en comparación con otros libros infantiles ilustrados.
Sin embargo, nada más empezar a leer comprobé que el
contenido era muy comprensible para la edad recomendada-entre 9 y 12 años-y su
lectura muy amena.
Gran parte de este mérito es de los dos traductores, Katarzyna
Motoniewicz y Abel Antolín Murcia
Soriano. De hecho, uno de los detalles más curiosos de la traducción es que,
para hacer los tamaños de los árboles y los bosques más comprensibles a los
niños, utilizan como dato comparativo algunas ciudades y otros enclaves
situados en España. Incluso se habla de
algunos de los árboles más grandes de nuestro país.
Gracias a este lenguaje tan sencillo, se explican de forma
muy clara algunos procesos biológicos complejos, como la fotosíntesis o
la reproducción vegetal. Sin duda, los niños que lean este libro lo tendrán
mucho más fácil cuando estudien estos conceptos en el colegio.
Datos curiosos de principio a fin
Yo misma, a mis 29 años, he aprendido datos que desconocía
en prácticamente cada una de las páginas del libro. ¿Sabíais, por ejemplo, que
en la India se construyen puentes colocando andamios junto a un árbol llamado
gomero para que sus raíces se enreden en torno a ellos?
Este sólo es uno de los muchos datos curiosos que he
aprendido. Los demás os los dejo a vosotros, para no hacer spoilers.
Pero, ojo, porque no sólo aprenderéis información súper
interesante sobre los árboles. Durante la lectura del libro, yo he conocido
datos muy curiosos que desconocía acerca de muchos animales que hacen de estos
árboles su hogar o su fuente de alimento, desde pequeños insectos hasta
mamíferos de gran tamaño.
Además, también la segunda mitad del libro encierra un gran número
de datos curiosos sobre historia, mitología e incluso culturas muy lejanas y
diferentes a la nuestra.
Es un tesoro lleno de detalles interesantes, que harán las
delicias de cualquier niño o adulto curioso, pero también finaliza con un
importante mensaje: la importancia de cuidar de los árboles, para velar también
por nuestro propio futuro.
Sin duda, se trata de una lectura de verano perfecta para
niños de 9 a 122 años. Y no, no se me ha colado un dos.
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