24/9/18

Mi primera vez en Naukas



Una semana después de su fin, reúno el tiempo suficiente para poder contaros en condiciones mis impresiones sobre Naukas Bilbao 2018. Podría haberlo hecho antes, pero las sensaciones que me traje desde Bilbao eran tantas y tan buenas que no podía soltarlas de sopetón en cualquier ratito, así que he preferido esperar a sentarme con calma frente al ordenador.

Para mí, ir a este congreso ha sido siempre algo así como para un niño pequeño ir a Disneyland, un deseo que está ahí, pero que se va posponiendo hasta que, finalmente, aparece el momento perfecto para llevarlo a cabo y disfrutarlo a tope.

Supe de Naukas Bilbao por primera vez en 2012. Por aquel entonces acababa de terminar la carrera y estaba a punto de comenzar mi máster. Aún no me dedicaba a nada relacionado con la comunicación científica, aunque el mundillo llamaba mucho mi atención. Sin embargo, no tenía suficiente información para plantearme recorrer los más de 900 kilómetros que separan Almería de Bilbao, de modo que lo dejé pasar. Con el tiempo fui leyendo más blogs y conociendo nuevos divulgadores; hasta que, poco a poco Naukas terminó convirtiéndose en mi Disneyland particular. Durante los últimos años han ido surgiendo excusas que me impedían ir hasta allí, pero este año decidí que nada me lo impediría, así que compré los billetes con tiempo. De momento puedo decir que, del mismo modo que en su día ocurrió con el país de Mickey Mouse, el congreso no me defraudó en lo más mínimo, pero el evento merece una explicación bastante más desarrollada que esa.

La gran gala de la ciencia española
Aunque Naukas se desarrolló durante cuatro días, no pude ir ni a Naukas Pro, celebrado el jueves, ni a Naukas Kids, que tuvo lugar el domingo. Por eso, sólo puedo dar mi opinión acerca de las charlas del viernes y el sábado.

El formato durante esos dos días fue el que ya se ha convertido en un clásico de Naukas: intervenciones de diez minutos, en los que el ponente da las pinceladas justas y necesarias para captar la atención del público y que cada cual decida informarse en profundidad sobre los temas que le han resultado más interesantes. No voy a desarrollar todas y cada una de ellas, más que nada porque en la página de EITB pueden verse los vídeos completos. Por eso, simplemente diré cuál ha sido mi impresión general.

En Naukas la ciencia es una gran protagonista, pero comparte escenario con otras cualidades muy necesarias en la divulgación científica: el humor, la solidaridad, el pensamiento crítico y el arte. Muchos de los ponentes desarrollaron su charla en tono de humor, arrancando continuamente las risas de las más de mil personas que llenaron cada día el Palacio Euskalduna. Sin embargo, los que se llevaron la palma en este ámbito fueron los dos duetos musicales del congreso. Por un lado, Rafaella y Raphael Natalia Ruiz y Manuel González, dieron una clase magistral de astronomía, acompañada de la música de algunos de los temas más conocidos de Rafaella Carrá y Raphael. Con actuaciones como esta ambos se están forjando un verdadero batallón de fans en toda España, y no es para menos, pues consiguen hacer llegar al público general conceptos a priori complicados, gracias a su inigualable puesta en escena.

Pero este año no han sido los únicos que se han animado con las versiones musicales,  ya que Gemmadel Caño y Marian García recurrieron también a ellas para mostrar a los que estábamos allí qué debemos buscar en las etiquetas de los tres ingredientes principales del sándwich mixto. Por mi parte, puedo decir que ahora paso mucho más tiempo en el supermercado y que sus mejores éxitos resuenan en mi cabeza cuando estoy a punto de echar al carrito el pan con masa madre, los tranchetes y el pavo que antes solía comprar. Debo tomarme mi tiempo, sí, pero mi salud lo agradecerá.

Según he podido ver, parte de la magia de Naukas reside en que sus ponentes consiguen arrancar las lágrimas de la audiencia, algunas veces a través del humor y otras llegando a lo más profundo de su alma. Esto es lo que ocurrió con ponencias como la de Dolores Bueno, con su testimonio personal sobre el suicidio, o la de Jesús Gómez, que explicó cómo él y sus compañeros de Cienciaterapia utilizan juegos y experimentos científicos para hacer más llevadera la vida de  los niños hospitalizados.

En cuanto al pensamiento crítico, todos y cada uno de los ponentes incidieron de un modo u otro en su importancia; aunque, sin duda, uno de los que más lo hicieron fue Edzar Ernst, quien este año se ha convertido en el responsable de la primera charla en inglés de Naukas.

Varios ponentes incidieron también en la importancia de no diferenciar entre ciencias y letras, pues no son disciplinas independientes, ya que pueden (y deben) colaborar entre ellas. Esta premisa estuvo muy presente en intervenciones como la de Javier Burgos, cuya charla estuvo llena de historia y referencias literarias interesantes.

Siguiendo en esta línea, también se dio especial importancia al arte en todas sus variantes. Por ejemplo, Déborah García Bello se centró en la escultura, mientras que Almudena M. Castro e Iñaki Úcar hicieron un maravilloso repaso por la relación entre la física y la música, acompañados de la deliciosa música de la Orquesta de la Universidad del País Vasco. Lógicamente, tampoco podía faltar la pintura, que apareció en ponencias como la de Karmele Gómez Garmendia, al mostrar cómo convierte en arte su particular forma de ver el mundo, o la de Carlos Briones, que contó en diez minutos la historia del universo, desde sus orígenes hasta la actualidad, a través de una minuciosa selección de pinturas.

Si hay algo que se concluye de eventos como este es que la ciencia está hecha para la gente y que sería muy injusto que, como beneficiarios que somos, no estuviésemos informados de sus avances. Afortunadamente, gracias a la labor de todas y cada una de las personas que pisaron el Palacio Euskalduna durante esos cuatros días, los tiempos en los que la ciencia era sólo cosa de los científicos han quedado ya muy atrás.

Finalmente me quedo con la reacción de la amiga que me acompañó a Bilbao, que mientras salíamos de la última charla me dio las gracias por convencerla para ir al congreso. Está claro que Naukas engancha. Por eso, a mí no me cabe ninguna duda de que haré todo lo posible por volver en 2019.  Ni siquiera me sentí así después de visitar Disneyland. Supera eso, Mickey Mouse.

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