Hoy es el Día Internacional del Beso. En mi opinión los
besos deberían celebrarse y practicarse todo el año, pero vivimos en una época en la que si algo no
tiene un día internacional que lo celebre es como si no existiera. Y que los
besos no existieran sería todo un fastidio.
Por eso, me apetece mucho celebrar este día con un artículo
sobre algunas de las muchas curiosidades científicas que se esconden detrás de
ellos. Al fin y al cabo, la ciencia está absolutamente en todas partes y algo
tan placentero como un beso no podía ser menos. Y si no os lo creéis, atentos a
lo que viene.
Existe un músculo del beso
Aunque de media se utilizan 34 músculos para dar un buen
beso, especialmente existe uno indispensable para poder llevarlo a cabo.
Se trata del orbicularis oris, un músculo de la cara situado
en torno a la boca, cuya función es permitir el cierre de los labios. A ver
quién es capaz de dar un beso sin utilizarlo.
Mejor con lengua
Aunque cada cual tiene sus gustos, en lo que a besos de
pareja se refiere, no hay nada como uno con lengua.
Son mucho más placenteros y a menudo nos terminan llevando
mucho más allá del simple beso; pero, ¿por qué?
Esto también tiene una causa biológica, ya que la saliva de
los hombres contiene grandes cantidades de testosterona, que pasan a su pareja
durante el beso, provocando que se vuelva sexualmente más receptiva.
El cóctel químico del beso
No es por quitarle romanticismo, pero el amor es todo
química y, como buen preámbulo de este sentimiento, el beso también lo es.
Eso no es malo, los seres humanos estamos hechos de química
y nos enamoramos gracias a ella, está todo bien.
Concretamente, durante el beso se produce la liberación de
cuatro neurotransmisores de funciones bien conocidas.
Por un lado, se estimula la liberación de dopamina, conocida
como la “hormona de la felicidad”. Concretamente, se conoce que este
neurotransmisor es el responsable de la sensación de bienestar y placer que
sentimos cuando besamos, pero también está implicado en los sistemas de
recompensa cerebrales que a menudo conducen a las adicciones. De hecho, todos
hemos sentido alguna vez esa sensación de adicción a los besos de una persona
concreta. Efectivamente, la culpa la tiene la dopamina y no tiene por qué ser
algo preocupante, siempre que no se convierta en una obsesión, como ocurre con
el resto de sustancias y acciones adictivas.
Otro de los neurotransmisores asociados a los besos es la
serotonina, que está implicada en la euforia y la excitación que nos produce
besar a otra persona. También se secreta epinefrina, que genera síntomas como el aumento de la frecuencia cardíaca y la sudoración que se sienten especialmente durante los
primeros besos.
Por último, pero no menos importante, se encuentra la
oxitocina, responsable del afecto y el apego. En este caso no sólo nos
encontramos con los besos de pareja, sino que también se secreta cuando besamos
a otros seres queridos. Sí que es cierto que los españoles somos muy dados a
besar a cualquiera que nos acaben de presentar, pero eso no es un beso de
afecto, sino de cordialidad. Sin embargo, cuando besamos a familiares y amigos
suele ser porque sentimos hacia ellos un apego que crece a medida que los
besamos.
Tan importante es el papel de la oxitocina en los besos que,
según algunos estudios, es la responsable de su principal función. Este es el
caso de un estudio publicado en 2013 en Archives of Sexual Behavior, en el que
se estableció que los besos se relacionan con la satisfacción de una relación a
largo plazo, pero que no hay evidencias suficientes para asegurar que su
principal función sea elevar los niveles de excitación.
Algunas personas no pueden llegar al orgasmo sin besos
Hay quién afirma que el sexo sin besos no es sexo. Como lo
de los besos con lengua, también es cuestión de gustos. Sin embargo, existen
personas que son realmente incapaces de tener un orgasmo si no va acompañado de
besos, por mucho que lo intenten.
Este es el caso de los basoéxicos; que no sólo son incapaces
de sentir placer si no besan a su pareja durante el coito, sino que tampoco
pueden hacerlo mientras se masturban.
También hay personas que los temen
De los basoéxicos, que no encuentran sentido al sexo si no
va acompañado de besos, pasamos a los filemafóbicos, que temen irracionalmente
los besos de amor, llegando a entrar en pánico si alguien intenta darles uno.
Sin duda, deben ser los reyes de las cobras.
Mucho mejor con los ojos cerrados
Cerrar los ojos a la hora de dar un beso es algo así como
abrir la boca antes de aplicar máscara de pestañas. No es necesario, pero todos
lo hacemos inconscientemente.
¿Significa eso que no queremos ver a la persona a la que
besamos? En algunos casos es posible, pero en la mayoría se trata de algo mucho
más profundo que eso.
Y es que, según un estudio publicado en 2016, el objetivo
podría ser la búsqueda de una sobre estimulación del sentido del tacto. Es más
que conocido que cuando se anula un sentido el resto que siguen activos tienden
a intensificarse y, durante un beso, no hay nada como sentir bien cerca la piel
de la persona con la que se comparte.
Una afición muy antigua
Los besos son casi tan antiguos como el propio ser
humano. De hecho, deben tener una explicación evolutiva, aunque no está del todo claro cuál es. Algunos expertos consideran
que podría estar ligado a su parecido con el acto de mamar. Otros opinan que
sería mucho más similar a la costumbre que tienen los padres en algunas
culturas de masticar la comida antes de dársela a sus hijos, mientras que un
último grupo cree que podría asociarse a la costumbre que tenían nuestros
antepasados de oler la cara para reconocer a sus seres queridos.
Lo que está claro es que la acción de besar nos viene de muy
lejos. De hecho, el año pasado se
publicó en Nature el estudio de un equipo internacional de científicos que
analizaron el ADN de las placas dentales de cinco Neandertales hallados en la
cueva del Sidrón, en Asturias.. Los restos del
microbioma que encontraron demostraban que los Neandertales habían intercambiado
saliva con los seres humanos, quizás al compartir comida, pero más
probablemente a través de los besos. Hoy
en día se sabe también que ambas especies tuvieron sexo y, al parecer, el coito
podría haber estado acompañado de besos. ¿Serían basoéxicos?
Sin duda, si algo ha acompañado durante tantísimos años a
nuestra especie debe ser porque lo necesitamos. Así que, ya sabéis, corred a
besar a alguien. Da igual si a vuestros padres y hermanos, vuestras parejas, un
amigo o algún niño conocido con mofletes regordetes. Besad hoy y siempre y que el Día
Internacional de Beso se celebre durante todo el año.
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