Han pasado 4 meses desde el Día de la Mujer y la Niña en la
ciencia, aunque en realidad parece que ha sido mucho más. Aquel 11 de febrero
empecé a leer Visionarias, un libro de la ilustradora Mercedes Palacios, en el
que narra la vida de 33 mujeres que, a pesar de los impedimentos que se
encontraron por su género, pusieron su propio granito de arena para cambiar el
mundo.
Ese día empecé a leer una visionaria cada noche, con el
objetivo de terminar poco más de un mes después. Sin embargo, cuando me
quedaban dos para terminar me fui a casa de mis padres para un par de días, que
un estado de alarma convirtió en dos meses, y me olvidé de llevármelo. Así que
lo he acabado un poco después de lo que tenía previsto. Pero lo importante es
que por fin puedo volver a este rinconcito que tan abandonado tengo, para
contaros qué me pareció.
Dibujos preciosos e historias apasionantes
El libro comienza con un prólogo redactado por la matemática
Marta Macho Stadler. Esta divulgadora es conocida por el gran esfuerzo que ha puesto
durante años dando a conocer la vida de multitud de mujeres científicas de
todas las épocas.
Por eso, nadie podría haber desarrollado la tarea de dar
inicio al libro con más tino. Y tampoco con más cariño.
Empieza su parte con unas palabras de Voltaire, uno de los
pocos hombres cuyo nombre resonará en las 153 páginas que quedan por delante.
Porque las protagonistas indiscutibles son ellas.
A continuación hay una línea temporal en la que se
introducen todos los nombres de las visionarias que podremos conocer en el
libro y, después, una breve introducción sobre las épocas en las que está
enmarcado.
Finalmente solo queda contar la vida de cada una de estas
mujeres, desde Sybilla Masters, hasta nuestra queridísima Margarita Salas.
Se trata de biografías cortitas, acompañadas de una
ilustración preciosa de cada una de ellas. Algunas son bien conocidas, como Hedy Lamarr o Ada
Lovelace. Otras, en cambio, han pasado muy desapercibidas en la historia, a
pesar de las grandes contribuciones que han hecho en ella. Pero si hay algo
común para todas es que merecían que su vida fuese contada.
Pioneras
Todas las mujeres de las que se habla fueron primeras en
algo, pues estuvieron detrás de invenciones que hicieron la vida del ser humano
mucho más sencilla. Sin embargo, algunas fueron especialmente pioneras.
Aparece, por ejemplo, la historia de la primera inventora de
la que hay registros, la primera patente otorgada a una mujer o la primera
mujer negra en recibir una patente.
Como no podía ser de otra manera, las mujeres españolas
también tienen su propio hueco en el libro, con historias como la de Fermina
Orduña, Elia Garci-Lara Catalá, Concepción Aleixandre, Ángela Ruiz Robles o
Margarita Salas.
Yo, personalmente, ya conocía la historia de algunas de
ellas, pero la de otras me ha sorprendido de principio a fin. Resulta curioso
que haya una mujer detrás de inventos tan importantes como el telescopio, el
lavavajillas o el limpiaparabrisas y que aun así sus nombres nos resulten desconocidos.
También resulta interesante
que áreas que tradicionalmente se han asociado a las mujeres, como la
informática o las ciencias militares, hayan albergado creaciones de inventoras
como Ada Lovelace, Hedy Lamarr o Katharine Burr Blodgett y que, si bien las
primeras sí son algo más conocidas, el nombre de la tercera nos suene a poco.
Es curioso, pero se entiende a la perfección cuando se lee
un poco más sobre ellas. Se comprende al saber sobre Martha Coston, que a pesar
de ser responsable de la creación de las bengalas de salvamento marítimo tuvo que
disfrazarse de hombre para que la tomaran en serio. También es posible hacerse
una idea al leer las penurias por las que tuvo que pasar Sarah Walker al verse
obligada a casarse con 14 años para huir de los abusos sexuales a los que la
sometía su cuñado. Por suerte, logró salir a flote y se convirtió en una de las
pioneras de la industria de productos para el cabello en el siglo XX.
Estos son solo algunos ejemplos de lo mucho que se puede
aprender leyendo este libro. Incluso he aprendido por qué se llama bug a un
error informático. También hay una mujer detrás, aunque prefiero que Mercedes
Palacios os cuente la historia.
Es curioso cómo empecé este libro mucho antes de pensar que
ese virus que había surgido en China se convertiría en pandemia. Ahora lo he
acabado con la historia de Margarita Salas, una mujer a la que debemos buena
parte de esas PCRs que tanto bien están haciendo durante esta situación tan
compleja.
Por suerte, en esta vida hay personas como Mercedes,
dispuestas a darnos a conocer a las mujeres que hay detrás de todos esos
aspectos que nos hacen la vida más fácil. Y que, a veces, incluso nos la salvan.
Por eso pienso que todos deberíais leer Visionarias.
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